Oh querido, un niño de dos años en la mesa, todo inquieto y tembloroso, ¿eh? Eso es algo que llamará la atención de cualquier padre, te lo aseguro. Ahora, puede haber todo tipo de razones para este comportamiento inquieto. Los pequeños, están llenos de frijoles, ¿no? Siempre se mueven y no se quedan quietos, pero cuando tiemblan y se menean demasiado, es cuando la gente empieza a preguntarse si algo más está pasando.
Ahora, en primer lugar, vamos a hablar de la inquietud. Algunos niños simplemente tienen que moverse. Puede que agiten las manos o den golpecitos con los pies, y a veces es porque están emocionados o simplemente sienten curiosidad por lo que ocurre a su alrededor. Muchas veces es sólo energía, sobre todo cuando todavía están aprendiendo a sentarse a la mesa como los mayores. Pero a veces, un niño puede estar haciéndolo para sentirse mejor, ¿sabes? Tal vez se sienten un poco mal o nerviosos, y el temblor les ayuda a relajarse. Todos lo hemos visto: los niños toquetean sus juguetes, sus dedos o cualquier cosa que puedan coger, y a veces es su forma de sentir que tienen el control.
Niños y comida, eso sí que es una historia por sí sola. Algunos de estos pequeños mastican bien las cosas crujientes, pero si les das algo blando, lo escupen enseguida. La textura puede ser muy importante para los niños: los alimentos crujientes, como las galletas saladas, las zanahorias o incluso las rodajas de manzana, les hacen sentir con los pies en la tierra. Pero un alimento blando y pastoso puede desconcertarlos, y se revolverán e inquietarán aún más, sin saber muy bien cómo afrontarlo. Así que a veces se retuercen y se agitan porque no saben lo que les espera, sobre todo si la cena está llena de texturas que no les gustan demasiado.
Luego está la forma en que están sentados a la mesa. ¿Lo has pensado alguna vez? Algunas de estas sillas y mesas no están hechas precisamente para los más pequeños, así que puede que estén sentados de formas que les dificulten acomodarse. Imagina a un niño sentado ahí, con los pies colgando porque no pueden tocar el suelo. Eso es incómodo para cualquiera. Así que, si tu hijo está inquieto a la hora de cenar, quizá debas fijarte en cómo se sienta. Tal vez necesite un pequeño taburete para los pies o incluso un cojín para estar un poco mejor sentado. Es algo pequeño, pero puede suponer una gran diferencia.
Tampoco te olvides del cansancio. A la hora de la cena, algunos niños están agotados tras un largo día de juego y aprendizaje, así que quedarse sentado puede ser demasiado. Están inquietos, luchando contra el sueño, y a veces eso les hace agitarse y contonearse sólo porque están intentando mantenerse despiertos. No es nada que quieran hacer a propósito, de verdad, pero cuando están agotados, es mucho pedir que se queden quietos y tranquilos.
A veces, también se trata del ambiente. Si un niño está sentado a la mesa y nadie le presta atención, se aburre. Y cuando los niños se aburren, mejor que creas que van a empezar a moverse. Háblales, pregúntales por su día, hazles sentir que forman parte de la cena. Los niños que se sienten incluidos son más propensos a quedarse e intentar quedarse sentados un rato más. Pero si los dejas fuera, se moverán y se contonearán, como haríamos nosotros si no tuviéramos nada que hacer.
Y a veces, hay algo más con el niño. Algunos niños se ponen muy nerviosos y necesitan moverse mucho para mantener la calma. Esto puede ocurrir si un niño tiene necesidades sensoriales o un poco de hiperactividad. Para algunos niños, juguetear y moverse es una forma de calmarse. Pueden ser cosas pequeñas como mover los dedos de las manos o de los pies, pero para ellos es calmante. Y, sinceramente, un poco de meneo no es tan malo mientras sigan intentando participar en la comida.
Pero, ¿cuándo hay que preocuparse? Ahora bien, si tu pequeño tiembla más de lo normal y no parece estar del todo bien, puede que sea hora de que le eches un vistazo. Si se trata de algo más que la intranquilidad habitual y parece que está un poco raro, podría estar pasando algo, como fiebre o incluso algo que le hace sentirse inquieto, como un malestar estomacal. En casos así, no esperes; más vale prevenir que curar.
Qué puede hacer para ayudar
- Mantener la calma en la mesa: No es necesario hacer demasiado alboroto ni ruido. Mantén la zona tranquila y relajada para que puedan centrarse en comer y sentirse cómodos.
- Give 'em something to hold: A veces, un pequeño juguete puede ayudarles a sentirse un poco más tranquilos. Nada del otro mundo, solo algo pequeño para mantener las manos ocupadas.
- Comprueba su sitio: Asegúrate de que no tengan los pies colgando. Un pequeño reposapiés o un cojín podrían ayudarles a sentarse mejor.
- Fomente los aperitivos crujientes: Si no les gusta la textura de la comida, dales unos trocitos crujientes que les gusten. Podría facilitarles la alimentación.
Así que ya está. Si tu hijo de dos años tiembla y se agita en la mesa, no te preocupes. En gran parte, es el comportamiento normal de un niño, pero un poco de adaptación puede suponer una gran diferencia. Y, oye, son pequeños: dejarán de contonearse y retorcerse cuando crezcan.
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